La Demba




Me llamo Demba y soy un hotel restaurante que vive en un pequeño pueblo del pre-pirineo aragonés llamado Abizanda. Hace poquito que vi la luz y mi propósito es conseguir que si un día decides venir a visitarme te sientas a gusto y feliz de estar en mi compañía, porque nací para eso, para regalar instantes gratos que recordar a todos aquellos que me visitan y espero saber conseguirlo.

Nací el verano pasado, aunque mis entrañas tienen varios siglos. Soy una transformación de una de mis madres vista por los ojos de la otra. Se que puede sonar extraño, pero intentaré explicarlo. 
Creo que no hay mejor presentación que una imagen, o varias, que suelen decir que valen más que mil palabras, pero voy a advertiros que en mi caso las palabras son una debilidad y posiblemente os acabe empapando de ellas, porque mi intención es contaros mi historia, la pasada, la presente y la que está por venir en la que me gustaría fuerais protagonistas vosotros también.



Esta soy yo por fuera


Como veis me sigo transformando cada día


Otra de mis fachadas, con la torre biblioteca y el cerezo


La fachada del restaurante


La soleada terraza


Antigua entrada de Casa Fumanal, una de mis madres


Casi al completo


Esta soy yo por dentro


La Demba

Tengo dos madres, la que como yo se presenta en forma de casa y la que como vosotros se presenta en forma de persona, en este caso mujer, dos madres que me miman, me quieren, me sufren, me aguantan, me ayudan, me corrigen, me aconsejan y me regañan ... en definitiva que hacen su papel con una gran sonrisa como todas las mamas del mundo que quieren a sus hijos como a nada.

Mi madre casa se llama Casa Fumanal y hace mucho tiempo que vive en Abizanda, ha vivido muchas historias, pues tiene siglos para haberlo hecho aunque ninguna tan importante como mi nacimiento, jamás imaginó un cambio tan importante en su vida pero ahora, ya pasado, está la mar de contenta y con ganas de que las piedras y los recuerdos la dejen descansar un poquito.


Así era Casa Fumanal antes de la aventura


Mi mamá, Casa Fumanal, siempre mantuvo su belleza


Mi madre humana se llama Jota y a su modo también ha vivido muchas historias pero ninguna de una forma tan intensa como ha vivido mi gestación y como está viviendo ahora mis primeros pasos, aún está en pleno proceso de acostumbrarse a todo lo que pide una casa-hotel inexperta y enérgica como lo soy yo, pero como toda esta historia es fruto del amor, los ánimos están siempre contentos y poco a poco se va acostumbrando a ser la mamá de una Demba que por ahora lo sigue necesitando todo sin dar mucho a cambio, es normal dado que hace bien poquito que he nacido.

Jota pensando como hacer las cosas mejor

 Discusiones con ella misma 
 Intentando convencerse
 Digiriendo los cambios
 Feliz
y contenta


Nací el 27 de julio del año 2012, y a día de hoy aún no podemos decir que esté registrada, pues desde mi nacimiento pequeños problemas con lo que los humanos llamáis administraciones públicas han hecho que no pudiéramos aún alegrarnos todos de que estoy viva y hay momentos en los que nos da la sensación de que mi salud se deteriora, pero yo sé que no solo estoy viva, sino que estoy fuerte y que estoy llena de energía para llevar a cabo  mi andadura en cuanto mi mamá Jota resuelva lo que ella llama “lo incomprensible”, a las tres nos mueve la confianza de que todo se va a resolver,

        ¡no tenemos nosotras cosas que hacer y que ya hemos hecho como para dejarnos amilanar por seres humanos que realmente parecen no tengan nada mejor que hacer que llenar nuestras vidas de problemas que en muchas ocasiones sentimos no tienen ni ton ni son! …

pero esa es una historia que contaré un día, hoy no toca, pues estoy aquí para presentarme y no para quejarme.

Mi madre casa Fumanal, era muy guapa, pero estaba vieja. Su aspecto era el de una construcción típica del pirineo aragonés, en su día fue una casa fuerte del pueblo,


con una gran bodega en la que guardar vino para todo el año,



con muchos lugares para almacenar aceite,

con suficientes cuadras y lo bastante grandes para que los animales pudieran dar sustento a la casa,

con su patio de entrada,


su terraza orientada al sur (como debe de ser),




su cocina tradicional aragonesa con la chimenea troncocónica y la cadiera y el fuego en el suelo,



con su sala para las celebraciones importantes,

con sus rincones para guardar patatas, judías, conservas…,

con su falsa y su chimenea con espantabrujas,

con su escudo, sus tierras, su pozo,

su huerto


y su Demba, sí, sí, su Demba, porque mi nombre viene del campo que hay pegadito a la casa y en el que la vida siempre ha transcurrido entre olivos, almendros, sol y alegría


Mi mamá Jota viene de una gran ciudad, grandísima comparada con Abizanda. Enamorada de las montañas de esta comarca desde pequeña decidió un día venirse a vivir a ellas,






















lo hizo junto a Josep, su amor, su cocinero particular, su norte y su alegría, y en estas tierras nació  Bruno el hijo de ambos.

Los dos amores de Jota

Foto seria de la familia al completo

Llena de ideas, proyectos, palabras y ganas de transformar el mundo un día decidió liarse la manta a la cabeza y convertir en realidad un sueño que llevaba acompañándola desde hacía varios años y de ese modo tan sencillo y a la vez tan complicado nací yo, una hija que necesita mucho tiempo, muchos cuidados y todos los mimos, su Demba particular.

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Cuando mamá Jota y mamá Fumanal se conocieron, según me han contado las dos, fue un flechazo instantáneo, hacía tiempo que Jota buscaba una casa a la que levantarle las faldas para llevar a cabo su sueño y si bien otras pellizcaron su corazón tan solo tuvo que conocer a Casa Fumanal para saber que ese era el lugar en el que quería vivir muchos años de su vida y hacer nacer su proyecto.


Esto es lo que Jota considera levantarle las faldas a una casa
Se necesita coraje para hacer nacer un sueño
Fueron momentos complicados

El cielo entrando en Casa Fumanal 







         





En el mismo instante en el que se vieron el amor hizo su aparición, acompañado del respeto, la admiración y el coraje suficientes para llevar a cabo la transformación que en la vida de ambas iba a tener lugar y que a día de hoy se ha materializado en mi existencia.


No ha sido tarea sencilla para ninguna de las dos mi alumbramiento, mi gestación y mi parto,


Jota y Casa Fumanal durante el proceso de mi alumbramiento
 


para casa Fumanal ha sido una operación a corazón abierto que la ha devuelto al mundo con un aspecto mejorado y con más fuerza de la que ya tenía,


Casa Fumanal durante su operación a corazón abierto

para Jota ha sido un proceso de aprendizaje, de alegrías y sinsabores todos, intentando respetar siempre a su querida casa y a la vez darle una forma moderna a mi fisonomía.



A día de hoy estoy contenta porque soy una casa especial, soy un hotel con personalidad, que puede gustar a muchos y disgustar a otros, pero que tiene claro su lugar en el mundo.

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Tengo un bar en el que se come menú y muy bien por cierto ¡no es porque yo lo diga!








tengo tres salas de restaurante en las que se come a la carta (con la filosofía kilómetro 0) cuidamos por encima de todo la calidad y la cercanía, por eso de intentar que el planeta este en el que vivimos nos dure un poquito más



tengo una bodega antigua e impresionante que alegra de vista de quienes me visitan

















tengo aljibes transformados en pozos de los deseos y trujal transformado por petición de los clientes en pequeña sala-pecera para que jueguen los más pequeños















tengo huerto del que salen una ensaladas fantásticas, unos tomates inmejorables y las mejores de las verduras, coronado por su escudo





tengo una gran cocina en la dos locos de las cazuelas dejan volar su imaginación y trocean, amasan, remueven y emplatan al son de una sonrisa
tengo unos camareros de varios países que cuidan de mis clientes con mimo, cariño y soltura, capitaneados por un jefe de sala amable y enérgico que baila por la sala a un son agradable y  respetuoso


tengo una frase que cambia con el estado de ánimo que en el mes de marzo se transformará en Palabras Bonitas y botellas de vino con mi aspecto ¡a qué he salido la mar de guapa!












tengo una terraza orientada al sur (como debe de ser) y una sala con una cadiera y su fuego en el suelo llena de palabras para ser oídas

tengo alcobas para que jueguen los niños y una biblioteca que poquito a poco llenará sus tripas



tengo una sala en la que se conversa, se ríe, se escucha, se habla y se realizan diferentes actos que tienen encantada a Jota, sorprendida a casa Fumanal y a mí me tienen loca de contenta, porque mis piedras se están llenando de diálogos especiales e interesantes sin esfuerzo alguno por mi parte, así no tengo que pretender educarlas de nuevo










tengo un lucernario en el que el cielo entra en casa y un mirador a modo de faro desde el que converso a veces con la torre de Abizanda












tengo diez habitaciones que son como mis hijas, las han trabajado artistas de diferentes disciplinas y si bien no son una habitación de hotel al uso,  sé que tienen magia, personalidad y fuerza, cada cual en su estilo y forma










y lo mejor de todo tengo una vida por delante para regalar tiempo a todo aquel que decida venir a conocerme, porque el otro día un escritor que me ha visitado dijo una frase que se adapta muy bien a mí 

vosotros tenéis los relojes, pero yo tengo el tiempo”.








2 comentarios:

  1. Me gusta, mucho, mucho, tu forma de expresarte, las fotografías, lo que cuentas. Si hay que poner nota,
    Una matricula de HONOR.

    Besos

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  2. Una vez más, me ha encantado todo lo que me has contado Jota! Y es genial cómo lo transmites aquí también! ¡Enhorabuena!

    Sol

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